Por Ana María Tejera Orihuela
Cuenta la historia de Cuba que cuando los mambises liberaron a Bayamo de los españoles, el 20 de octubre de 1968, el pueblo reunido en la plaza de esa ciudad, le pidio a Perucho Figueredo la letra de La Bayamesa, y que este sacando de su bolsillo lápiz y papel, y cruzando una pierna sobre la montura de su caballo escribió la letra.
Copiada de mano en mano, a coro con la música, se cantó por primera vez por todos los que allí participaban. La marcha patriótica que treinta años después fue reconocida como nuestro Himno Nacional.
La idea surge un 13 de agosto de 1867, cuando se reunió el Comité Revolucionario de Bayamo en la casa del abogado Perucho Figueredo, para elaborar los planes que desencadenarían el movimiento independentista cubano, allí se le sugiere a Figueredo que compusiese una marcha que ensalzará los ánimos al estilo de la Marsellesa.
Esa madrugada, la del 14 de agosto, plasmaba el revolucionario bayamés la melodía del que llegaría a ser nuestro Himno Nacional. Se le llamó La Bayamesa como expresión de su carácter revolucionario y del lugar en que nacía la rebeldía nacional.
El 8 de mayo de 1868, Figueredo le solicita al músico Manuel Muñoz Cedeño la orquestación de aquella marcha, canto épico que se distanciaba de los himnos con perfiles sacros, himno de guerra y de victoria que debía llamar al combate y exaltar el sentimiento patrio. El 11 de junio de 1868 logró Figueredo que se tocase en la Iglesia Mayor de Bayamo. Catorce meses después de creada la melodía de nuestro himno, Figueredo le incluye la letra.
El 20 de octubre se instituye el “Día de la Cultura Cubana” en conmemoración a ese 20 de octubre de 1868, día en que el pueblo entonó por primera vez nuestro Himno Nacional, arma y sello de rebeldía de los cubanos y de todos los tiempos.
Desde entonces y hasta hoy, las notas de nuestro Himno Nacional son la expresión del carácter patriótico de todos los cubanos.
Blog de la periodista Nora Susana 